“Fue como una bomba: nos hizo volar más de un metro"

Hablan dos hermanitos que sobrevivieron al rayo. Recién habían salido de la pileta en la colonia de Varela cuando golpeó el relámpago. “Me estaba poniendo las ojotas, sentí la explosión y me desmayé”, cuenta Enzo, que despertó en la ambulancia.

Bomba, explosión, tanque de guerra, cohete. Son las palabras que usan los hermanos Nicolás y Enzo Castro cuando juegan a la guerra, pero ahora no están jugando . Ahora las usan para volver a contar qué sintieron cuando cayó el rayo en la colonia “Cura Brochero”, que mató a dos chicos de 11 y 8 años en la tarde del martes, en Florencio Varela.
A los hermanos les dieron el alta ayer del hospital Mi Pueblo, pero en el hospital El Cruce siguen internados cuatro chicos afectados, uno de ellos, de 7 años, en gravísimo estado (ver Un nene está...).
El martes, cerca de las 18, los chicos ya habían salido de la pileta e iban a protegerse de la lluvia en unos quinchos . Tenían las mallas mojadas y cuando cayó el rayo en un árbol del predio todos empezaron a correr , aunque sin saber muy bien qué había pasado.
De los dos hermanos, Enzo (11) fue el más afectado: tiene los pies hinchados y todavía está un poco aturdido por la explosión. “Fue como una bomba que nos hizo volar más de un metro, como un metro y medio –dice Enzo–. Yo me estaba poniendo las ojotas, y después de eso me desmayé y me desperté en la ambulancia . Uno de los animadores me daba palmadas en la cara para que me despertara”, recuerda en la humilde casa del Barrio Santa Ana, en Florencio Varela. A Enzo, hincha de Boca a pesar del nombre, todavía le cuesta caminar y se lamenta porque no va a poder jugar al fútbol por unos cuantos días. Les recomendaron no exponerse mucho al Sol.
Los chicos que estuvieron internados pasaron toda la noche en el hospital y les hicieron estudios de todo tipo. Electrocardiograma, les tomaron la presión, les sacaron sangre y les tomaron la fiebre.
Los médicos están sorprendidos por la magnitud de la explosión.
Claudio Rodríguez, jefe de Emergencias del hospital, aseguró que en 20 años de servicio nunca vio algo semejante. “Esto es algo muy extraño e insólito. Los chicos estaban muy asustados”, sostuvo.
“Ya habíamos salido de la pileta –relata Nicolás, de 10 años–, todavía no llovía muy fuerte y caminábamos entre los árboles. Llegó la explosión y cuando me desperté estaba tirado en el pasto. Veía todo borroso, como cuando mirás al Sol y después te vas a la sombra ”.
Nicolás no parece muy asustado e incluso ayer preguntó cuándo podían volver “al Brochero”. Pero sabe que él y su hermano se salvaron de milagro , y que por este asunto del rayo murieron dos compañeritos suyos.
A la colonia van unos 250 chicos de entre 6 y 10 años por semana, que son derivados de dos parroquias de la zona: Nuestra Señora de la Paz y Asunción. Entran el lunes a las 8 y salen el viernes a las 17. El fin de semana está cerrado para poner en condiciones el lugar y volver a recibir a otros chicos el lunes siguiente. Les dan desayuno, almuerzo, merienda y cena y quienes trabajan allí en la recreación y contención de los chicos son llamados “animadores”.
Ayer Clarín pudo hablar con tres de ellos, que estaban en el velorio de los dos chicos fallecidos, Alexis (11) y Hernán (8).
Contaron que la pileta está muy cerca del lugar donde funciona la enfermería, y que luego de la caída del rayo los chicos fueron atendidos enseguida . Y uno de ellos recordó que hace unos 10 años ocurrió algo similar, aunque no murió nadie. De varios vecinos Clarín escuchó la versión de que en el predio hay un pararrayos pero no tiene el cable a tierra que evita las consecuencias de la descarga eléctrica. “Es un cable de cobre. Seguramente lo han robado para venderlo”, dijeron.
Un amigo del papá de Alexis contó que “el chico estaba en el último grupo que salió de la pileta . Había cumplido 11 años en diciembre pero entró porque sus papás lo anotaron antes de que los cumpliera. Era amoroso, estudioso, tranquilo y muy adulto. Era el mayor de tres hermanos y uno de ellos también fue afectado por el rayo, aunque ya le dieron el alta”.
Claudia Martínez, la mamá de los hermanos Castro, ahora más aliviada, cuenta que cuando la llamaron del hospital le avisaron que los chicos estaban internados porque había caído un rayo. “Uno puede esperar que la llamen porque se golpearon jugando o alguna cosa así, pero por un rayo no te imaginás qué les pudo haber pasado ”, dice Claudia, madre además de otros tres varones. “Cuando Nico me vio me dijo ‘Mamá te amo’, y ahí me puse a llorar ”. Y mientras dice eso estira las manos hacia sus hijos, los trae para donde está sentada y los vuelve a abrazar.

Cómo funciona un pararrayos
Su objetivo es atraer el rayo para que la descarga se produzca por encima de la superficie a proteger.

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