Jóvenes sobreviven al impacto de un rayo en una playa de La Libertad

“Seguro Dios tiene un propósito”. Esa la única explicación que encuentra y repite Omar Servellón después que él y su primo, Gerardo Vásquez, sobrevivieron al impacto de un rayo.

El evento sucedió la noche del 12 de agosto en la playa San Diego, La Libertad.

La potencia promedio de un rayo serviría para iluminar instantáneamente 625 mil millones casas, que consumen en promedio 4000 watts.

La potencia promedio de un rayo es de 2,500, 000 millones de watts, equivalente a 2.5 tera watts.

En ese momento Omar, quien se dedica a la construcción; y Gerardo, a la pesca artesanal, se encontraban “tortugueando” cuando notaron que la tormenta ya se aproximaba.

“Tortuguear” es buscar huevos de tortugas y luego entregarlos a un vivero, allí los incuban y al nacer liberan los ejemplares.

Omar es moreno, alto, de complexión delgada; en cambio, Gerardo es tímido (aún no habla del tema), claro de la piel, músculos un poco definidos y estatura baja.

“Era de noche, veíamos los rayos cayendo a lo lejos en el mar, de pronto comenzamos a sentir mucho viento, los vellos de los brazos se paraban”, recuerda Omar.

Días antes, el Ministerio de Medio Ambiente (MARN) advirtió que la tormenta tropical Franklin se dirigía hacia México y que ese desplazamiento favorecería el ingreso y acumulación de humedad, nubosidad y la formación de tormentas en El Salvador.

Cuando los jóvenes sintieron las primeras gotas de lluvia decidieron esperar un tiempo bajo una lancha que los pescadores locales habían dejado volcada en la arena.

“Solo le colocamos un tronco y nos metimos, pensamos que allí no nos mojaríamos. La verdad fue extraño, la intensidad era como si tres tormentas se habían juntado”, continúa el sobreviviente.

Tras un corto tiempo en el improvisado refugio, Omar y Gerardo recibieron la descarga eléctrica.

El impacto los hizo salir de bajo de la lancha y terminar inconscientes, a varios metros de distancia entre ellos.

Omar fue el primero en reaccionar, tenía la mitad del cuerpo hinchado, sentía la cabeza rajada y sus oídos zumbaban. Como pudo, él se puso en pie y buscó a su primo.

Gerardo convulsionaba y en su boca había saliva y espuma.

“Busqué a los demás que andaban con nosotros, necesitábamos ayuda. Del tiempo en que fuimos impactados y que reaccioné no recuerdo nada”, contó Omar.

Cristina Portillo, su madre, recuerda que varios amigos de su hijo le avisaron sobre lo sucedido.

“Nosotros le decíamos que cuando lloviera se fuera para la caseta del vivero, que allí esperara. Ese día, el papá y el tío llevaron a los dos a la clínica, me contó que los revisaron y como no les encontraron nada solo les pusieron una inyección para el dolor”, narró Cristina.

Además, recuerda que cuando su hijo regresó esa noche de la clínica, la abrazó fuerte.

El lunes siguiente Omar y Gerardo pasaron consulta en el hospital local, allí los sometieron a exámenes. Según familiares, en la toma de presión, Omar resultó con la presión alta en el lado hinchado de su cuerpo; el electrocardiograma reveló que su corazón estaba inflamado. Con Gerardo los médicos notaron que su sangre se coagulaba más rápido de lo normal.

“Ha costado que Omar se recupere, al inicio temblaba en la noche, durmió en mi cuarto toda la semana siguiente, tenía miedo”, dice Cristina.

Entre 2013 y 2016 hubo 9 muertos y 17 lesionados por impactos de rayos, según registros de Protección Civil.
El año con más víctimas mortales fue 2013, hubo 3 fallecidos.

Mientras, en 2017 se registran dos lesionados (Omar y Gerardo) y un muerto, este último es Emmanuel Cruz Quintanilla, de 26 años, quien perdió la vida tras ser alcanzado por un rayo la tarde del 15 de agosto, tres días después que los impactara a ellos.

El incidente sucedió cuando Cruz Quintanilla jugaba fútbol con unos amigos en el estadio Alonso Alegría Gómez, de Cojutepeque, en Cuscatlán.

Los familiares del joven aseguraron que la tragedia ocurrió “prácticamente en seco”, pues apenas llovía.

Uno de sus familiares relató que el joven iba a darle a la pelota cuando lo alcanzó el rayo, en el lugar estaba un hermano de Cruz Quintanilla y como 20 personas más, quienes salieron afectadas, pero no de gravedad.

“Pedir ayuda es lo primero por hacer”

Cuando una persona es impactada por un rayo, lo primero que se debe hacer es pedir ayuda, según Félix Herrera, jefe de gestión de riesgos y desastres de Cruz Roja Salvadoreña.

En esa emergencia la atención a la víctima, en un primer momento, depende si quien está en el lugar conoce sobre primeros auxilios.

“Si no tiene experiencia, se debe verificar si hay lesiones expuestas (heridas visibles), de ser así se deben cubrir con toallas limpias y húmedas. Si las quemaduras son mayores, se debe cubrir todo el cuerpo”, explicó Herrera.

Agregó que es necesario dar agua de beber a la víctima.

Cuando la persona que está con el afectado domina los primeros auxilios, debe de comenzar la atención por revisar la existencia de signos vitales.

Luego tendría que verificar si hay fracturas en el tórax, de ser necesario practicar reanimación cardiopulmonar (RCP).
“En estos casos no hay peligro de tocar a las víctimas, el cuerpo del pacientes descarga rápido la electricidad”, indicó Herrera.

Agregó que en cualquiera de los dos casos quien ayude a la víctima debe pedir ayuda primero.
“No es necesario que llueva para que caiga un rayo, hace dos años, en el estadio Ana Mercedes Campos, un socorrista nuestro fue impactado por uno, fue en seco”, recordó Herrera.

Tomado de: http://www.elsalvador.com

Comentarios